A los pies de los ‘animal spirits’

Hay sentimientos, emociones y pasiones colectivas que brotan con tanta exuberancia y rúan con tanto frenesí que parece como si la sociedad se volviese loca. Para muestra, lo de estos días con ‘La Roja’. El triunfo de la selección española de fútbol se ha convertido en alocado jabulani, un balón con el que ahora se juega fogosamente a ganar celebridad nacional. ¿Saben que el nombre del controvertido esférico pateado en el reciente campeonato mundial de fútbol significa «celebrar» en idioma isiZulu? España se celebra a sí misma, recreándose con su jabulani,  intentando regatear a sus adversidades, jugando a golear a un mundo que le ha coceado en su reputación financiera.

Porque la deuda soberana del Reino de España  ha estado (sigue estando) a los pies de los mercados financieros, expuesta a pisotones y patadas,  al atropello de desmadrados ‘animal spirits’. John M. Keynes utilizó esta expresión para referirse a estados de ánimo colectivos que de vez en cuando se adueñan de las bolsas de valores para agitarlas con euforia o con depresión. El inversor no es sólo el ‘animal rationalis’ que supone la teoría económica convencional, sino que también se excita ante el fulgor del dinero, tiembla de emoción y se deja arrastrar por las circunstancias hasta la locura. Lo advirtió ya en el siglo XIX  Benjamín Disraeli, Ministro de Economía y Hacienda del Reino Unido, diciendo que  “si algo enloquece al hombre más que el amor es la cuestión del dinero”.  

¿Desvarían los mercados internacionales, sobre todo desde el pasado mes de abril, al desconfiar tanto de la salud del sector público y de la solvencia de su deuda?. ¿Tiene fundamentos su temor? Me he hecho muchas veces esta pregunta. La prensa internacional que alienta la desconfianza pone énfasis en la tasa de paro y en la escasa productividad relativa de nuestra economía, alertando  sobre la insoportable carga que estos problemas supondrán para las arcas públicas. Pero, ¿acaso no se sabía esto desde hace tiempo? ¿Son tan tontos que lo descubren ahora? Y si lo sabían, ¿por qué dan tanta importancia en abril del 2010 a lo que supuestamente conocían en abril del 2009  e incluso antes?  Me pregunto también por qué, se haga lo que se haga (antes por no ser austeros y ahora por adoptar una política de ajuste severa), se mantiene la desconfianza. Sólo veo una razón, un punto de lucidez en medio de tanto “animal spirits”: el riesgo político que ensombrece las decisiones de Estado en España.

No hace falta que haya riesgo de asonadas militares para que se pueda hablar de riesgo político en un país. Basta que haya sonada beligerancia entre Gobierno y Oposición, así como sangrante desconcierto entre la Administración central  y  la descentralizada (CC.AA en nuestro caso) para que los pactos de Estado sean riesgosos tanto en su diseño como en su ejecución. No me cabe duda de que la prima por “riesgo país” de la deuda soberana española, que actualmente revolotea en torno a 200 puntos básicos por encima del tipo de interés de la deuda alemana, está cargada de riesgo político, de penas por ese lamentable espectáculo que dan en España los partidos políticos  y que observan los faunos de la jungla financiera internacional.

Qué pena que nuestros políticos jueguen al pim, pam, pum, o al rifi-rafe, y no al tiqui-taca, ese armonioso, solidario y persistente estilo de juego que ha hecho ganar a la selección española de fútbol. Mientras no cambien su forma de jugar, temo que sigamos a los pies de los espantados y espantosos “animal spirits”.

Categories: Reflexión

Comments

  1. Felipe Tajafuerte
    Felipe Tajafuerte 15 julio, 2010, 15:29

    Este mundial nos ha dejado algunas lecciones para practicar, no sólo el juego del «tiqui-taca» sino también ese espíritu de equipo, aupando todos a una selección española compuesta, cómo no, por catalanes, asturianos, canarios, navarros, madrileños etc. etc. en que tan importantes han sido los que han marcado los goles, los que les han dado las asistencias, el ha realizado paradas sensacionales y los que ha hilvanado el juego. Una actitud colectiva para meditar profundamente, tan dispar del acontecer político actual.

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