El voto del mal.

ETA no se ha abstenido. El viernes pasado, a mediodía, votó ‘muerte’ en la urna de una vida, la de Isaías Carrasco, por ser socialista. Probablemente, dentro de algunos días, publicará un comunicado donde tratará de justificar su voto. Sus razones de áspid, como otras veces, se enroscarán en torno a alguna calumnia. Dirán que han ejecutado a un colaborador del Estado español, opresor de Euskalherria, a un enemigo del Pueblo Vasco, o que es una víctima inevitable del ‘conflicto’…, o algo parecido. Pura ignominia.

Soy de Mondragón-Arrasate, como era Isaías Carrasco. No le conocí personalmente, quizás porque ya no resido ahí, aunque he callejeado muchas veces por San Andrés, el barrio obrero donde él vivía, y conozco bien el Toki-Eder (“lugar hermoso”), bar que, al parecer, él frecuentaba y en el que tomó su último café. No encuentro palabras para expresar mi pesar por su asesinato. Ni creo que las halle para manifestar mi repugnancia cuando asome la calumnia de ETA o de sus devotos. Por eso, me limito a prevenirla dedicando a los calumniadores este poema, tomado del poemario “Resplandor del Odio” del poeta canario Justo Jorge Padrón:

BISBISEA LA CALUMNIA

La calumnia surgió de la impotencia.
se muestra y se propaga con ingenuo disfraz,
bisbisea al oído del mezquino
para abrir un paisaje solapado
y urdir en su alevosa trampa la destrucción.

Eficaz porque siempre se protege en la duda
dejándola vibrar desde su lengua bífida.
Cuando muerde, pervierte y envenena
mientras encubre su perfil siniestro
bajo aquella sonrisa de bondad.

A veces nos rodean sus escamas
sin que podamos soportar su hedor.
Hidra de un infinito de cabezas,
roba el honor de todas las victorias,
modifica a su antojo el libro del pasado
y la verdad no alcanza a destruirla.

No hay protección posible contra su daño infame.
Solamente el desprecio consigue relegarla.
Solamente la borra nuestro olvido.

Categories: Reflexión

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