Premio Nobel de la Paz 2012: ¿un premio que apremia?

Premio Nobel de la Paz 2012: ¿un premio que apremia?

Hace un mes la Unión Europea (UE)  fue galardonada con este premio por sus «más de seis décadas de contribución a la paz, la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa». Como otras adjudicaciones anteriores, esta también ha suscitado gran polémica. Se discute sobre si su candidatura era o no la más meritoria entre las propuestas y, en especial, si era o no oportuno premiarla precisamente ahora, cuando la UE es menos democrática por la depredadora influencia de Alemania, cuando la divergencia (escasa reconciliación) entre sus países miembros es tal que unos padecen economías de guerra mientras otros disfrutan del lujo de no tener que pagar por su endeudamiento, cuando hay tantos ciudadanos europeos inocentes cuyos derechos se recortan brutalmente y cuando el malestar social es lo único que crece.

La mayoría de los premios Nobel se conceden retrospectivamente, es decir, valorando méritos logrados en el pasado, a veces en un pasado muy remoto. Hasta el punto que hay egregias personas que son glorificadas, no ya en su madurez, sino en su senectud. Se les honra por lo que fueron o hicieron, pero sin que ya se espere de ellos contribuciones relevantes. Los galardones vienen a ser pomposos epitafios de sus curricula vitae.

Los Nobel de la Paz suelen desviarse de esta pauta. Tanto los que se han concedido a individuos (99) como a instituciones u organizaciones (21) son más prospectivos. Están cargados de buenas intenciones para el porvenir. No sólo se reconoce el trabajo hecho por los laureados sino que también se brinda y anima para que sigan haciéndolo en el futuro y para que sus gestos, obras, conductas, movimientos o causas (según los casos) cundan ejemplarmente por el mundo. Es indudable que este mirar hacia el mañana entraña riesgos, pues puede suceder (y ha sucedido) que los galardonados decepcionen tras recibir el premio, que sus causas languidezcan, que su movimiento se enfangue. En este sentido, son premios con riesgo. Pensemos en el premio concedido a Obama en el año 2009. Más que un aprecio del curriculum vitae  que ostentaba hasta entonces,  fue una apuesta de confianza en su capacidad para mitigar, bajo su mandato, conflictos en el panorama internacional.  Ahora, tras comprobar sus promesas incumplidas (ej., cierre de Guantánamo) y acciones deplorables (ej., la forma de neutralizar a Bin Laden),  nos parece que la concesión del galardón fue prematura  provocándonos  cierta frustración. Pero  además, si  hoy  (6 de noviembre) las urnas no le vuelven a premiar con la reelección, el premio Nobel 2009 habrá resultado definitivamente fallido.

En el caso del laurel a la UE creo que el Comité del Parlamento noruego, aunque en su pronunciamiento menciona las más de seis décadas de contribución a la paz…, está pensando más en el futuro de Europa, y en este sentido ha concedido “un premio con intención de apremiar”. Como es evidente,  la UE  está encallada en abruptos arrecifes formados por la crisis económica, sin visos de reflotación, enredada en una creciente complejidad institucional, con torpes, egoístas, inconsistentes y desesperantes maniobras de sus múltiples dirigentes, torpedeada por los mercados y las agencias de rating en su núcleo monetario (el eurosistema) y, por todo ello, se expone a naufragar en su histórico proyecto de construcción europea.  Noruega, que no pertenece ala UE, se ha erigido en vox mundi para empujarla con su premio y de esta manera contribuir a que, de una vez por todas, se reanime, reflote y retome su rumbo histórico. Es una voz apremiante, y sin duda interesada, porque está en juego no solo el futuro de Europa sino el del resto del mundo.

Dixit el inolvidable Fernando Fernán Gómez con cierta socarronería que “los premios son para los que los necesitan”. Convengamos en que la UE está tan menesterosa que, efectivamente, necesitaba el Nobel de la Paz 2012. Y es que cualquier apremio que se le haga es bienvenido si coadyuva a que, de una puñetera vez,  la UE se aclare, se arregle y se mueva. A quienes critican la concesión de este premio, quiero recordarles que para avanzar o hacer avanzar es necesario a veces asumir el riesgo de equivocarse, de retroceder o de hacer retroceder. Confiemos, sin embargo, en que el Comité noruego del Nobel de la Paz no haya errado esta vez y nos ayude a avanzar.

Volviendo a Obama. No quiero que su Nobel sea un premio fallido. Así que deseo que las urnas le premien  hoy y tenga una nueva oportunidad  para cumplir, de verdad,  los postulados de la Paz.

Categories: Política

Comments

  1. Alberto
    Alberto 16 junio, 2013, 18:20

    Gran Fernando Fernán Gomez…..lo de Obama me pareció un escándalo. eso sí….le prefiero mil veces a él que a los ultraderechistas que tiene enfrente.

    Un abrazo Txema

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