Suareza y Azkunia

Suareza y Azkunia
Foto tomada de foromarketing.com

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Adolfo Suárez e Iñaki Azkuna se han marchado en loor de multitudes, tan renombrados que me siento obligado a jugar laudatoriamente con sus apellidos. Estos tienen en común las vocales u y a, por lo que me fijaré en palabras que también las contienen para escribir sobre ellos cum laude.

Suareza

Nota técnica previa (prescindible). Quien haya estudiado economía y recuerde lo que son las curvas de indiferencia convexas, sabrá que, gracias a esta propiedad de las preferencias, el consumidor tiende a elegir planes de consumo no extremistas sino intermedios, es decir, no suele adquirir un único bien sino que, en mayor o menor medida, reparte su presupuesto de compra entre todos los bienes a su alcance. Un consumidor convexo (en preferencia) resulta integrador, con una cesta de compras inclusiva, rica en variedad. Si virtus in medio, añadiríamos también que tal consumidor es virtuoso .

Pues bien, con permiso del cardenal Cañizares (al parecer amigo del finado), me atrevo a decir ( y agradecer) que Dios, en su divina providencia, hizo a Suárez virtuoso, con preferencias políticas convexas, para que en tiempos cruciales para España buscase soluciones políticas de consenso, integradoras y no extremistas. Y al parecer, así fue. Don Adolfo eligió el acuerdo como motor principal de su gobierno. En su cesta política entraron casi todos los partidos (por ejemplo, en los Pactos de Toledo y en la elaboración de la Constitución).  Pocos cuestionan su afán de concordia entre julio de 1976 en que fue nombrado Presidente de Gobierno por primera vez y diciembre de 1978 en que se aprobó la Constitución. Fueron dos años y medio de gran excitación política.

Suárez fue un político raro, con una rareza que nos vino de perlas, una especie de anomalía política inesperada con efectos beneficiosos de gran calado, algo así como una tumoración de origen franquista que prodigiosamente se transforma en demócrata con una metástasis regenerativa de todo el cuerpo social. Nos sorprendió por su astucia y audacia. Fue astuto al hacer de ‘caballo de Troya’, como Ministro Secretario General del Movimiento, y deshacer por dentro lo  que “estaba atado y bien atado”. Y fue audaz dando los pasos necesarios para que España transitase hacia una democracia (aunque limitada, dadas las circunstancias), entre ellos, la legalización del partido comunista. Recuerdo que, el sábado de abril de 1977, yo estaba en Biarritz (para ver la película Novecento de Bertolucci) cuando me enteré de su insólita decisión. Tuve una sensación rara, gratamente rara: por primera vez, percibí el perfume de la democracia.

Aromática rareza de Suárez, suareza. Puede parecer una expresión cursi, pero a suareza huele mi recuerdo de aquellos excitantes años.

Azkunia  

Sigo bordeando la cursilería. Con azkunia quiero significar el realce de la alcurnia de Bilbao debido al buen hacer de Azkuna. Es bien conocida la pasión del difunto por su ilustre villa, su bilbainismo: no escatimó esfuerzos ni sacrificios personales para transformar su núcleo urbano y mejorar la habitabilidad en sus barrios, tantos que, como suele decirse, “murió con las botas puestas”. Algo a destacar de su gestión municipal es la mesura económica: Bilbao ha sido de los pocos municipios grandes que ha acreditado presupuestos equilibrados.

Fue también mesurado y equilibrado en el ámbito político, lo que le ocasionó más de una fricción dialéctica con algunos desbocados y desequilibrantes correligionarios de partido. Se dice que, por su popularidad y gancho en las urnas, no solo se libró de operaciones de castigo por parte de los jerarcas del PNV  sino dispuso también de cierta autonomía en su forma de hacer y expresarse en política (a modo de  verso libre dentro del cancionero nacionalista).

Pero ufanía es mi palabra preferida para describir la relación entre el difunto alcalde y sus conciudadanos. Él se ufanó de los bilbainos (“habéis sido estupendos” dicen que dijo antes de morir) y estos se ufanan de lo mucho que él ha hecho por Bilbao (“el cielo es un barrio de Bilbao” apareció escrito en las calles el día de su funeral). The pride of Bilbao fue un ferry que unió, hace unos años, a la Señora de la ría del Nervión con su amante inglés. El orgullo de Bilbao se infló sobremanera en el año 2012 cuando Azkuna fue amado por la Fundación City Mayors (con sede en Londres) reconociéndole como mejor alcalde del mundo. ¿Una bilbainada más?. Jocosa ocurrencia ésta  del propio Iñaki jauna.

Categories: Política

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